A partir de hoy, 21 de diciembre de 2011, José Luis Rodríguez Zapatero ya no es Presidente del Gobierno de España. El testigo lo ha recogido el jefe de los populares por voluntad popular y por derechos democráticos. Queda pendiente todo un duro camino de dificultades y promesas electorales pendientes que hay que cumplir y que no será fácil puesto que ni siquiera el nuevo y flamante ocupante de la Moncloa, a pesar de su mayoría absoluta, dispone de la pócima mágica que, tras un toque, convierta el déficit en superávit o la crisis en expansión.
Como socialdemócrata convencida y como ciudadana agradecida, me gustaría hacer, con esta entrada, un reconocimiento a uno de los presidentes del gobierno español que, a pesar de su valía, le tocó bailar con la más fea. No le quedó otro remedio que tomar ciertas decisiones, totalmente impopulares y quizás no del todo progresistas, para evitar el hundimiento del barco que capitaneaba. Él, de la misma forma que líderes de otros países, ha tenido que lidiar con las condiciones más adversas que se le pueden presentar a un país que se agota económicamente y que, desesperado, se alza en guerra, disconforme con la situación. Retos complejos que ha tenido que ir intentando superar y que le condujeron a un callejón sin salida, la derrota electoral y la pérdida de su credibilidad.
Pese a ello, José Luis Rodríguez Zapatero pasará a formar parte de los libros de historia política que estudien nuestros hijos por dos motivos fundamentales y nada despreciables. Por un lado, haber logrado el cese definitivo de la violencia de la banda terrorista ETA. Una banda que durante los últimos 40 años ha asesinado a 826 personas inocentes y que ningún otro gobierno ni presidente pudo antes reducir. Por otro lado, por los logros y avances irrefutables alcanzados en materia de políticas sociales. Su trabajo y su firme convicción progresista y democrática le avalan: Ley de la memoria histórica, Ley del matrimonio igualitario, Ley de la dependencia, Ley contra la violencia de género, Ley de interrupción voluntaria del embarazo. Gracias al gobierno de Zapatero, España es hoy un país más cohesionado y democrático, donde imperan valores como la igualdad de oportunidades, la equidad y la justicia social.
Aunque en las pasadas elecciones generales Catalunya no dio apoyo mayoritario al partido socialista, desde el inicio de la democracia y a lo largo de la historia, el pueblo catalán ha querido, siempre, arrimar el hombro y comprometerse con las políticas socialistas. Y es que durante gobiernos centrales socialistas es cuando los catalanes hemos conseguido mayores mejoras en autogobierno y en financiación económica. Mejoras mayores y más importantes que las obtenidas durante los 23 años que gobernó la federación nacionalista con Jordi Pujol al frente. El PSC engendró el nuevo Estatut de Autonomia de Catalunya, mientras que el PSOE hizo las veces de comadrona. Todo un trabajo sincronizado y en equipo que ha permitido que hoy días los catalanes vivamos mejor.
Muy probablemente, el triunfo rotundo y sin precedentes del Partido Popular en las urnas, se deba más a un castigo que el electorado quiera aplicar a los dirigentes socialistas por no haber sabido gestionar eficientemente una crisis tan convulsa e incisiva, que a la confianza que todo un país pueda depositar en el líder conservador, un hombre poco carismático y que ya ha demostrado hasta dónde puede llegar.
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